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Hola, Cristina
Hoy ya no tenemos ninguna duda de que la alimentación ejerce una influencia decisiva en el estado de ánimo; son muchos los trabajos científicos que demuestran que la cantidad de calorías, el tipo de alimentos que se consumen y la frecuencia durante el día, son variables que alteran el ánimo en sentido positivo o negativo.
Comidas muy abundantes, hipercalóricas, ricas en grasas saturadas, en azúcares de asimilación rápida (glucosa, sacarosa), muy frecuentes (5 o 6 al día) o demasiado trituradas, se relacionan con la aparición de depresión y de ansiedad. Además, también es un hecho comprobado que estos tipos de ingesta aceleran los procesos de envejecimiento y empeoran actividades cognitivas como el aprendizaje y la memoria.
Por el contrario, se produce una mejora de la ansiedad y de la depresión después de un periodo de tiempo consumiendo dietas bajas en calorías, ricas en azúcares de asimilación lenta (cereales integrales, sobre todo) y en ácidos grasos insaturados; además, estas dietas muestran una mayor efectividad si entre una ingesta y la siguiente se deja pasar un cierto tiempo de ayuno (3-4 horas).
Pero quizás los resultados más interesantes, en lo que se refiere a la acción de los alimentos sobre el estado de ánimo, proceden de trabajos en los que se estudia cómo actúan ciertos componentes de los alimentos sobre el cerebro. Las investigaciones en este terreno son muy abundantes y sería muy largo exponerlas aquí. A continuación menciono algunos de estos nutrientes:
Azúcar: bajo este epígrafe incluyo todos los azúcares de asimilación rápida (glucosa, sacarosa o azúcar común (blanca o morena, de caña o de remolacha) y los incluidos en los cereales refinados (arroz blanco, trigo descascarillado que se utiliza para hacer harina blanca, pan blanco, pastas no integrales, etc); todos estos alimentos aumentan rápidamente la glucosa en la sangre
La abundancia de este componente en la alimentación produce efectos adversos sobre el metabolismo que pueden conducir a estados de hipoactividad cerebral acompañados de síntomas similares a los depresivos: somnolencia, falta de motivación, cansancio, desinterés y tristeza.
Curcumina: procede de la cúrcuma, raíz de color naranja utilizada como colorante alimentario; es uno de los componentes del curry. Mejora las capacidades cognitivas en edades avanzadas y la respuesta al estrés en todas las edades. En animales de laboratorio, las dosis bajas y moderadas ejercen, en el estado de ánimo, un efecto similar al de los fármacos antidepresivos
Polifenoles del cacao: se ha demostrado que estos componentes del cacao protegen de la oxidación y ejercen efectos antidepresivos al aumentar la actividad de ciertas neuronas (serotoninérgicas) de forma similar a como lo hacen algunos fármacos antidepresivos
Polifenoles del té verde: ejercen efectos antidepresivos regulando la respuesta hormonal en situaciones de estrés. También producen una disminución de los estados de ansiedad por su acción sobre el cerebro, similar a la que realizan los fármacos ansiolíticos, aumentando la activación de un tipo de neuronas inhibidoras llamadas gabaérgicas.
Resveratrol: es un flavonoide -compuestos abundantes en muchos alimentos que poseen un gran poder antioxidante- que está presente en alimentos como las uvas especialmente las negras), el vino tinto, los frutos rojos… El resveratrol, en dosis moderadas, activa a ciertas neuronas que tienen su función disminuida en los casos de depresión
Con lo dicho hasta aquí, podemos concluir que determinados compuestos presentes en alimentos comunes tienen efectos ansiolíticos y antidepresivos comparables con tratamientos farmacológicos comúnmente prescritos por los sanitarios. Estos nutrientes modifican la síntesis de neurotransmisores y modulan la producción de nuevas neuronas y éstas a su vez afecta al estado de ánimo y a la capacidad de aprendizaje y memoria.
Sin embargo, hay alteraciones del estado de ánimo que por su intensidad y perseverancia requieren efectos más rápidos o más específicos que los proporcionados por las diferentes dietas y por los nutrientes en particular. En estos casos, la dieta puede contribuir, junto con otras estrategias (farmacológicas, psicoterapéuticas, realización de actividad física moderada), a mejorar el estado de ánimo.
el placer de nadar
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